Por Noelia Martín– La semana pasada, dos hombres fueron castigados con cadena perpetua por dos femicidios, Ferraretto por el perpetuado contra su pareja y Gómez, contra una mujer que no pertenecía a su entorno. Ambos casos conmocionaron al Departamento Santa María por la tremenda violencia que ejercieron los «machos» sobre las víctimas. También se cumplieron cuatro años del juicio contra Dante Tinari, quien mató de varios balazos a Valeria Villarreal en 2013 y tres años del femicidio de Johana Altamirano.

Se trata de los casos de Ana Rosa Barrera (47), de Los Cedros -quien tenía cuatro hijos adultos y trabajaba en la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia (Senaf)- y el de la odontóloga Silvia Maddalena (38), de Alta Gracia.

femicidios ana barrera - Justicia con perspectiva de género: dos condenas a perpetua en una semana

La primera fue asesinada de un golpe con un mazazo por su pareja Marcelo Favio Ferraretto (53), tras una discusión, el 29 de mayo de 2017. Luego la mutiló y seccionó para esconderla en un pozo, en un basural, a un costado de Ruta 5, camino a Córdoba Capital, donde fueron hallados sus restos.

El criminal simuló y denunció la desaparición de su esposa, incluso marchó solicitando justicia y lloró ante las cámaras pidiendo por su pronta aparición. En el juicio, manifestó que estaba «fuera de sí» y que vivió todo como un sueño.

Fue penado a cadena perpetua y costas, ya que por unanimidad, el jurado consideró a Ferraretto responsable de homicidio doblemente agravado por el vínculo y por violencia de género (femicidio).

Durante el mismo, hubo testimonios que señalaron que el acusado dijo que las mujeres que tenían determinadas conductas (que a él no le agradaban) eran «idiotas» y que iban a «terminar muertas en una zanja», dichos que coincidían con las características señaladas por el Fiscal Alejandro Peralta Otonello durante la investigación: el agresor era celoso y controlador.

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La segunda, Maddalena, fue violada y asesinada el 18 de mayo de 2018 en su consultorio, ubicado en Avenida del Libertador al 1000, por Héctor Abel Gómez (26) quien cuidaba coches en esa cuadra y no tenía una relación amorosa con la víctima.

Fue encontrada por su papá, el sábado 19 por la tarde. La mujer tenía las “ropas bajas” por ello su padre intuyó un ataque sexual. En primer lugar se indicó como sospechoso a un joven que la acosaba a través de la redes y que a la vez, era su paciente. Este hombre fue convocado por la justicia y se le extrajo una muestra de ADN.

Pero en la tarde del miércoles 23 de mayo, la esposa de Gómez habría encontrado en su domicilio pertenencias de la profesional-un celular y un pendrive- y dio aviso a la policía. El hombre, de 25 años, se dio a la fuga y fue atrapado en el mediodía del jueves 24 de mayo en la ciudad de Córdoba Capital mientras huía en un taxi.

El viernes 1 de junio por la mañana, se arrestó al hermano del imputado, Eduardo Alcides “Cabe” Gómez, de 24 años, por “encubrimiento agravado” ya que habría ayudado a su hermano a ocultar algunos de los elementos robados a la dentista.

Durante la instancia del juicio, Gómez reconoció su culpabilidad y fue sentenciado a perpetua por «homicidio doblemente calificado criminis causa, violencia de género -femicidio no íntimo-, robo y abuso sexual con acceso carnal. En este caso fueron claves el entorno del victimario-su esposa y hermana entregaron pruebas muy importantes, cuando aún no se tenía a un sospechoso- y el cotejo de ADN.

Consultado por este medio, el fiscal del Turno II, Peralta Otonello quien tuvo a su cargo ambas investigaciones, expresó su «contento» por el logro de la máxima condena de estos dos imputados:

«Se nos pide que juzguemos con perspectiva de género, pero no es fácil y no en todos los casos se logra. Espero que estos casos puedan servir como ejemplo y es un pequeño consuelo para las familias de las víctimas que la ley se cumpliera. Esto demuestra que hay un cambio de paradigma, que se trabaja con perspectiva de género y bajo la consigna «ni una menos»: fue un esfuerzo mancomunado de todos, en dos ambientes-policía y justicia- donde trabajan muchos hombres».

También destacó el excelente trabajo de la Brigada de Investigaciones y del personal de la fiscalía: se realizó una excelente instrucción ya que casi no se introdujeron pruebas nuevas durante los juicios, ambos confesaron sus crímenes y fueron condenados por las imputaciones impuestas desde la investigación.

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Familia Villarreal-Asúa, al finalizar el juicio. Foto FB Saira Asua

En esta semana, más precisamente el 24 de abril, se cumplieron además, cuatro años del juicio contra Tinari, quien ultimó a su ex pareja de dos disparos, el 26 de septiembre de 2013 en barrio General Bustos.

Villarreal murió horas después, tras ser internada en Córdoba Capital en grave estado. Un par de días atrás se habían separado y ella nunca alcanzó a realizar la denuncia por violencia. Tinari fue el primer condenado de la provincia por homicidio doblemente calificado por uso de arma de fuego en el contexto de violencia de género, el primer antecedente de lo que hoy conocemos como femicidio. 

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Foto Noelia Martín.

Y finalmente este 28 de abril, se cumplieron tres años del femicidio de Johana Altamirano, cuyo homicida, su ex-novio Rafael Busto, fue condenado a perpetua por robo simple, homicidio calificado por alevosía y femicidio, el 18 de agosto de 2017.

Este si, fue el primer «macho» condenado por femicidio en Alta Gracia. Sus ex-novias atestiguaron situaciones de violencia, incluso una de ellas pidió que lo retiran del recinto por el miedo que le tenía.

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Poco a poco va cambiando el paradigma, pero falta mucho por hacer: cambios profundos en las instituciones; judiciales, policiales, educativas. Pero el mayor desafío sigue siendo lo que enseñamos en nuestras familias, a nuestros hijxs: que las mujeres no somos objetos ni propiedad de nadie, que nuestros cuerpos nos pertenecen y nadie tiene derecho a tocarlos o tomarlos o a decidir por nosotras, si no lo disponemos así. Que no debemos callarnos ante el abuso o la opresión, que tenemos voz y debemos denunciar la violencia o el acoso, ya sea en el trabajo, en la calle o en nuestro propio hogar. Que hombres y mujeres somos iguales y por lo tanto debemos respetarnos como tales y luchar para que esa igualdad sea lo más tangible posible en todos los ámbitos.