Denuncian a un geriátrico por abandono y maltrato a una anciana

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Por Claudia Moreno– Rocío relata situaciones escalofriantes que padeció por su tía en un geriátrico de Alta Gracia. Denuncia públicamente desde malos tratos hasta amenazas por parte del personal y titulares del mismo. «Estamos felices de haber podido rescatar a mi tía, pero quedan 11 abuelitos que están en una situación terrible. Una de ellas me pedía por favor que la saque de ahí». 

La familia de Rocío Oviedo pasó por un mal momento hace un año cuando su madre tuvo un accidente cerebro vascular, su padre en terapia intensiva, ella haciéndose cargo de su hijo y de la tía de 83 años -Aurora- con principio de Alzheimer. Por recomendación de amigos de la familia – que son propietarios de un geriátrico ubicado en Belisario Roldán al 300- decidieron que Aurora permanezca al cuidado de profesionales hasta tanto la situación de salud de la familia mejore.

«Al principio todo fue bien. La llevamos a mi tía y le pedimos especial atención en que continúe con el tratamiento en la piel que necesitaba. Nunca vimos nada malo, sí había cosas que no me gustaban pero bueno, como en todas las cosas. Sin embargo, hace poco más de cinco meses empezamos a ver cada vez más cosas feas y raras», relata a REDACCIÓN ALTA GRACIA Rocío Oviedo.

«Empecé a ver a mi tía con vendajes en las manos y en las piernas. Pregunté a qué se debe y me respondieron que eran por algunas lastimaduras. Empecé a ver que nunca estaban las cremas que les dejábamos, o las toallas, repasadores. Hace algunas semanas llegué a la hora del almuerzo. Había exactamente una pizzeta para 12 abuelos. Me fui hasta la cocina y ví cómo separaban siete pedacitos para cada uno y un vaso de agua. Otro día fue mi mamá y almorzaron polenta y a la noche la cena fue esa polenta pero dura y seca. Desayunaban un té con dos galletitas de agua. Cuando empecé a preguntar sobre todo esto que veía, del hambre que mostraban los otros abuelos cuando yo les llevaba alfajorcitos o alguna galletita, me prohibieron ir durante esos horarios. Sólo me permitieron la visita de 18 a 19.30 horas y permanentemente acompañada por alguien. No podía estar a solas con mi tía», cuenta la joven visiblemente conmocionada.

– ¿Han pedido hablar con los propietarios del establecimiento sobre estas situaciones?

Sí, pero siempre ponían excusas. Pero a la hora de cobrar la cuota no paraban de llamar o presionar hasta que se les abone.

¿Cuánto era la cuota mensual?

12.500 pesos por mes y nos exigieron que les paguemos el mes de agosto, antes que pudiéramos sacar a mi tía de ese lugar que fue el martes 31 de julio.

¿Cómo la encontraron a tu tía?

Lamento el momento en que, cuando la fui a buscar, la enfermera me dice que me retire porque la tenía que cambiar porque si ahí hubiese visto el nivel de perforaciones que tenía en el cuerpo por las lastimaduras profundas y ya infectadas.. no sé.. Tenía un terrible olor, una falta de higiene tremenda. Cuando llegamos a casa le cambio el pañal y tenía pegada materia fecal en la cola, se notaba que tenía muchos días, paspada. Pero el olor que tenía. Le pregunté si la bañaban y me decía mi tía que no. Cuando la cambio me dice.. ‘no me vas a gritar no?’ y así. Nos ruega que no la volvamos a llevar a ese lugar.

¿Ella puede recordar algunas cosas?

Si, la  mayor parte del tiempo está lúcida y por ahí se pierde y vuelve a la infancia o se imagina que está en otro lugar. Pero recuerda muy bien ese sitio.

¿Has podido ver  situaciones similares con otros internados?

Si, una vez ví una abuelita en silla de ruedas que la tenían en un cuartito al fondo. Un cuarto que – cuando pregunté me dijeron que era un lavadero-, pero se veía muy bien que había una camita y una mesa de luz. Ahí estaba. Para entrar, había que hacerlo de costado porque era re-chiquito. En otra oportunidad, ví a una de las enfermeras que le metía en la boca por la fuerza un pedazo de alfajor que estaba comiendo una señora. Cuando me vió que la estaba observando, miró para abajo y se fue. A mi tía una vez le gritó que se deje de rascar las manos que parecía una perra sarnosa. Otra vez, una abuela murió y no se habían dado cuenta. Mi tía les tuvo que avisar que hacía horas que su compañera de habitación no hablaba ni se movía. Cuando la visité a mi tia, me contaron ese hecho como si fuera un chiste, riéndose que no se habían dado cuenta que estaba muerta la mujer. Los abuelos me decían que tenían hambre y cuando me llevé a mi tía una de ellas me pedía por favor que la sacara de ahí.

¿Cómo serán las acciones para adelante?

Durante toda esta semana estuvimos buscando enfermeras del PAMI para que la puedan atender en casa, además de fisioterapeutas, yendo al médico porque sus heridas están infectadas. Hemos estado con todos esos trámites pero el lunes hacemos la denuncia porque lo que hicieron no tiene nombre. Pero ella ahora está bien, está comiendo como si fuese que no come hace años, se nota que está bien y nunca pierde el humor. Pero pienso en los 11 abuelos que quedaron. Espero que las autoridades hagan algo por ellos y por estas personas que juegan con las personas, con los familiares y con esos abuelitos.