Por Denise Audrito-  En Río Cuarto se creó el único equipo de ese deporte en una penitenciaría de Córdoba. Las Águilas del Imperio ahora debutaron y, puertas adentro, todos tienen algo para contar.

“No por buenitos estamos acá. Estamos pagando la pena. Lo que queremos es otra oportunidad. Yo antes era una persona sin valores, y ahora me doy cuenta de que tengo corazón”, les confió emocionado a sus rivales el capitán de Las Águilas del Imperio, el primer equipo de rugby de una cárcel cordobesa.

Mientras varias unidades de la Provincia se preparan para replicar la experiencia, en Río Cuarto se hizo el primer partido de rugby en una penitenciaría.

Después de seis meses de duro entrenamiento, Las Águilas vivieron su juego de bautismo contra Los Vikingos, veteranos del rugby de la ciudad. Ahora tienen propuestas de clubes de la región y varios compromisos agendados.

El primer equipo de rugby creado en una cárcel argentina es Los Espartanos: surgió en 2009, en el Penal de San Martín (Buenos Aires), de la mano del exrugbier y abogado penalista Eduardo Oderigo. La iniciativa, que habría logrado bajar del 60 al cinco por ciento los índices de reincidencia, ya fue imitada por otras cárceles del país. Apunta a propagar valores como el respeto, la disciplina, el perdón, el trabajo en equipo y la importancia de dar, y darse, “una segunda oportunidad en la vida”.

Este 6 de abril fue un día histórico para la Unidad Penitenciaria 6 de Río Cuarto. Movilizador para todos: internos, voluntarios, personal de la cárcel. Sin vergüenza, después del encuentro deportivo, hasta los más duros dejaban entrever su más pura emoción.

“Me impactó mucho ver chicos llorando al final del partido, de los dos equipos. Habíamos arrancado temprano pintando la cancha. Pudimos inaugurar las H que ayudaron a construir los empleados del Poder Judicial con su fondo solidario, el municipio también colaboró para nivelar la cancha, que es la misma donde se juega al fútbol. Estrenamos las camisetas nuevas de Las Águilas. Fue una fiesta”, resume Máximo Deym, promotor de la iniciativa.

El “lujo” de salir al patio

Las Águilas son ya más de 40, con un promedio de edad de 25 años. El proyecto moviliza más allá de rivalidades y diferencias. Une a internos de pabellones distintos, procesados y condenados.

Para poder permanecer en el equipo los internos se esmeran para estar al día en sus estudios y no ser sancionados. Los jugadores se dan “el lujo” de salir al patio tres veces por semana para entrenar, para jugar y para concurrir a un taller de valores que dicta el cura y rugbier Darío Pérez. Antes, algunos de ellos estaban todo el día en la celda.

Son 15 los voluntarios (rugbiers de la ciudad) que transmiten su experiencia de juego a los internos. Entusiasmados, destacan lo que el deporte y sus valores –respeto, disciplina, esfuerzo– son capaces de provocar.

Tras el partido debut, Los Vikingos transmiten impactados una conversación entre un personal penitenciario y un interno, que no sabe leer ni escribir. “¿Por qué estás contento si te acaban de condenar a perpetua?, ¿sabés lo que es perpetua?”, cuentan que le preguntaron al preso. “Es que ahora tengo un hogar”, escucharon como respuesta.

“Van fuerte, pero son leales”

"Tercer tiempo". Tras el partido, los de adentro y los de afuera, juntos.

«Tercer tiempo». Tras el partido, los de adentro y los de afuera, juntos.

Matías Hipermayer, capitán de Los Vikingos –equipo de rugby de veteranos de Río Cuarto–, calificó de “increíble” al primer partido en la cárcel. “Ninguno de esos chicos habían visto rugby en su vida y pusieron una actitud de primera. Tenían ganas de medirse también, porque hacía seis meses que entrenaban. Van fuerte, pero son leales”, destacó.

Con choripán y gaseosas, en la capilla de la penitenciaría, compartieron el “tercer tiempo”. Darío Pérez, sacerdote e impulsor de la idea, destacó que “Los Vikingos honraron con el juego a los chicos del penal; fue muy intenso y profundo, hasta las lágrimas, en el juego y en la ronda final”.

Hubo momentos en que Las Águilas iban abajo y tuvieron una actitud de superación magnífica, que muestra la internalización del trabajo”, valoró Pérez.

Fuente: La Voz del Interior

Fotos: Rubén Darío Pérez